domingo, 10 de mayo de 2009

A la deriva.

Zarpé una noche oscura, sumida en
plena tormenta de invierno rabioso.
A bordo de un bote de maderas viejas y crujientes.
Bajo una lluvia constante y envuelta en mil
remolinos.
Sobre el agua más turbia y agitada
que había navegado jamás.
Como un monstruo me devoraron las olas,
empapándome por completo,
casi sin dejarme respirar.
El grito del viento me ensordecía de tal manera,
que ya ni podía pensar.
Sin luz. Sin comida. Congelada. A la deriva.
Zarpé una noche oscura, decidida a llegar a la otra orilla.
Sin brújula. Sin poder ver las estrellas.
A la deriva.

**Y si viene un río gris, que separe el mundo en dos,
quisiera quedar del mismo lado que vos**

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