miércoles, 25 de junio de 2008

Cuántas veces...

Cuántas historias inventamos una tarde como ésta. Arrojados a la vida, desparramados en una plaza. Riéndonos de cada tonta ocurrencia para no prestar atención a la melancolía. Mirando a la gente que a un rumbo apresurado iba y venía.
Cuántas veces decidimos inventar nuestras propias reglas, para no adaptarnos a una vida normal y sentir la adrenalina de probar cosas nuevas.
Cuántas veces dimos 500 vueltas al asunto sólo para descifrar la manera exacta de expresar todo eso atorado en tu garganta. Buscando un pie, un atajo, una respuesta a semejante confusión. Cuántas veces vencimos ese miedo a decir.
Cuántas historias inventamos con una Stella en mano. En un bar perdido en el cual éramos los únicos riendo, y el público nos miraba sorprendido. Casi a punto de ponerse de pie para aplaudirnos, atónitos ante nuestra libertad para hablar con tanta sinceridad y pasión.
Cuántas veces nos detuvimos frente al mundo para analizarlo un poco mejor. Corrimos de foco el caso, para tratar de comprenderlo. Inventamos nuestro idioma. Nuestro horario. Nuestro calendario.
Cuántos fantasmas aniquilamos una noche como ésta. Simplemente bailando. Girando hasta el cansancio. Sin reprimirnos nada. Sin limitarnos, ni cohibirnos. Siendo nosotros mismos.
Siempre vamos a encontrar la manera de vencer ese miedo. A ser lastimado, a exponernos demasiado, a la respuesta del otro, a decidir, hacer, a creer.

Cuántas veces nos hemos equivocado. Cuántas veces nos han dado vuelta la cara.
Cuántas veces nos han disparado. Cuántas veces fingimos que hemos sanado.
Te diré las veces que hagan falta, que estoy siempre a tu lado.

Encontraremos siempre el momento para frenar el mundo y respirar.

martes, 24 de junio de 2008

Ejemplo tonto

Aquella mañana me desperté bien temprano. Estaba ansioso y nervioso por demás. Fui al baño, me vestí, tomé una galleta del frasco de la cocina y salí al trote hacia la calle a las 7.30 de la mañana de ese viernes. Sabía que las próximas 4 hs. serían decisivas para el resto de mi vida.
Llegué casi a las 8 al predio señalado por el Director Técnico. Me ajusté los botines, me calcé la pechera y comencé a entrar en calor. Éramos 30 chicos de entre 16 y 18 años de edad. Todos cargados de ilusiones y ambición. Yo era el más pequeño en el grupo y mi 1.70 de altura me dejaba por debajo de la mayoría de ellos. Cuando el señor Anderson ingresó con su equipo técnico al campo de juego, se produjo un silencio ensordecedor. El respeto era notable. Éstos sujetos decidirían en una brevedad de 3 hs. que sólo 5 de nosotros entrenarían con el equipo de Primera División de Liverpool FC. Nos dividieron en tres grupos y nos dieron las indicaciones. Mi meta era vestir la camiseta número 10. Al cabo de un par de horas, el Sr. Anderson empezó a acercarse a varios de los chicos. Cuando se dirigió a mí, me dijo:
-Tom, verdad?
-Si, señor.
-Tienes muy buena técnica, buen pique corto y llegada al arco, serías un buen 7.
-Toda mi vida he jugado de 10, cree que tengo futuro en esa posición?
-Todo puede ser con trabajo y esfuerzo. Pero te falta visión de juego para ser enganche y precisión en tus pases. Además, desaprovecharías tu velocidad con control del balón. Si te interesa jugar por las bandas, estás en el equipo.
No era exactamente lo que esperaba escuchar, pero acepté. Con trabajo, lograría mi puesto.
Comencé a entrenar con los de Primera el lunes siguiente, me hervía la sangre y el corazón se me salía del pecho. Después de unas semanas le pregunté nuevamente al Sr. Anderson si podría jugar de enganche.
-Entiendo por qué buscas ese puesto Tom, pero esa posición no funciona con nuestro sistema de juego. Si te interesa permanecer aquí, seguirás de 7.
¿Cómo podía formar un sistema sin enganche? No lo entendía, pero sabía que yo tenía la técnica necesaria para ese puesto. Pero primero debía ser titular.
-El jugador en tu puesto es el goleador del equipo, pero se retirará al finalizar el torneo. Si te adaptas al sistema, el puesto es tuyo.
-¿Adaptarme al sistema? ¿No me dijo que jugaba bien?
- Si, claro. Pero eso no alcanza para formar parte de un equipo. Y esto es un equipo, un ida y vuelta. Juego colectivo. Me gusta tu estilo, pero te falta actitud. Tenés la técnica, pero debés saber usarla. Conocerla, manejarla A FAVOR del equipo, no en contra.
No entendí en ese momento lo que intentaba decirme. Quería que cambie mi estilo de juego? Él supo cuando me reclutó hace 4 meses cómo juego, ahora pretende decirme que invente otra cosa? A las dos semanas, como si huviera leido mis pensamientos, me dijo:
-No pretendo que cambies tu juego Tom, si no, que lo adaptes. Que pulas tus virtudes. Que congenies con tus compañeros. No es cambiar, es crecer. Yo veo que encajás en el sistema de este equipo, de otra manera no estarías aquí. Pero ahora debes darte cuenta, de que tienes que fusionarte con este juego, si no, el juego no se fusionará contigo. Tienes todas las herramientas para lograrlo, lo sé, ¿pero qué harás al respecto?
En los siguientes 2 meses, alterné entre la titularidad y la suplencia, y cada vez que me dejaba en el banco, el Sr. Anderson me decía "No estás dando lo mejor de tí".
Me enfurecía con él y conmigo mismo. Sin poder descubrir cómo lograr mi objetivo. Él tenía razón, no me estaba conectando con el equipo y en cada oportunidad que él me brindaba, yo cometía el mismo error, de alguna manera, NO ME CONECTABA. Y el juego mismo, me pedía salir del equipo.
Me costó decenas de partidos comprender sus palabras sobre lo que pretendía de mí y lo que yo era capaz de dar. No tenía que inventar nada, sólo explotar lo que yo ya era y sabía hacer.
Hoy mantengo mi técnica, pero mejorada. Conservo mi pique corto y profundo, pero he pulido mi calidad de pase y agigantado mi visión de juego.
Supe adaptarme al sistema y el equipo me dio otra oportunidad.
Hoy, 5 años después de aquella mañana de viernes, soy el goleador del equipo puntero en la Liga. Corro por las bandas, con el 10 estallándo en mi pecho...
El Sr. Anderson tenía razón, no se trataba de cambiar mis objetivos, ni mi juego, ni a mí mismo. Era sólo cuestión de crecer, de la única manera que se puede, Juntos.

(Vos entendés...)

martes, 17 de junio de 2008

Vos Sabés.

A vos te digo todo mirándote a los ojos.
Te acerco lo más que puedo.
Te abrazo cada vez que te veo.
Te sonrío más a menudo.
Te busco hasta en el peor de mis días.
A vos te digo todo desde el primer momento.
A vos no te miento... No me hace falta.
Con vos no necesito inventos. No busco excusas... me conocés demasiado.
Con vos todo es más fácil, más directo. Más honesto.
Para vos siempre encuentro tiempo. Que nunca parece suficiente.
Con vos mi risa es carcajada. Mi luna siempre está llena.
Mi locura siempre es ocurrente. Te hago reir...
Vos sabés, que te digo todo mirándote a los ojos.
Reflejándome en tus ojos.
Encuentro respuestas siempre. Encuentro la manera.
Con vos mi mundo está entero, va encontrando el rumbo.
Con vos, mi oasis siempre está lleno.

*Sólo el Amor le da Sentido al SER*

viernes, 13 de junio de 2008

Tu sonrisa...

Empecé a recordar cómo había sucedido todo.
Y a encontrar esos recortes de la memoria que a menudo uno deja pasar.

Cómo tantas veces las situaciones se nos van de las manos,
sin que podamos detener o modificar su curso.

Y recordé tu sonrisa...
Recordé cada locura y esas tonterías que solía hacer todos los días para verte sonreír.
La alegría más pura e inmensa que me nacía al verte llegar.
Cómo te busqué, porque sólo vos sabías llenarme el día.
Cómo te dejaste encontrar, porque vos también querías.
Porque tu sonrisa me envolvió de la manera más fuerte y real. Porque me elevó hasta donde nunca me creí capaz de llegar.
No sabría explicarte hoy todo lo que sentí. Porque no me alcanzarían las palabras o porque no existen las correctas.
Millones de vueltas y años en el tiempo... para llegar a una conclusión que sinceramente, hasta el día de hoy, no comprendo.
Lo que yo te amé no tiene comparación, por favor no dudes de eso.
Pero así como el fuego con fricción se prende, con fricción se apaga.
Todavía no encuentro en ningún recoveco de mi mente, el motivo exacto por el cual me alejé, si hay veces que te extraño sin poder evitarlo. Te sigo buscando aunque ya no hago caso.
Sigo recordando tus ojos y tu sonrisa con tanta nitidez. Sos el recuerdo más dulce y hermoso que tengo. Pero en algún breve momento, miré hacia otro lado... Y todo el amor que sentía, se me fue escapando.
Nadie en este mundo, me hizo sentir como vos. Sos el culpable de tanto que hoy existe en mí.
Sos el responsable de tantos sueños, de tantas ideas, de tantos proyectos que hoy siguen en mí.
Gracias por ser parte de mi vida, por no borrarte de mi camino. Por haberle dado tanto sentido a mis días. Por dibujarme siempre, siempre una sonrisa.

Que seas muy feliz, Marcial.

viernes, 6 de junio de 2008

Gravedad.

Encontrarle la punta inicial es casi imposible.
Descubrir cuál fue la vuelta inicial es un disparate.
No sirve buscarle el sentido porque prácticamente carece de él.
Empieza y termina. Se arma y se desarma.
Es una maravilla inacavable.
Que agota. Seduce y aterra a la vez.
Te atrae, te empuja, te absorve.
Como la gravedad.
Inevitable, inexorable. Impecable.
Intento llamarlo a gritos, pero no me escucha.
Quiero encontrarlo en algún rincón del mundo, pero se camufla.
Y me sorprende. Me anula, me presiona.
Como la gravedad.
Me obliga a descender.
Me invita a creer. A inventar, a sentir, a querer.
Se apodera de mi gravedad.
De mi centro y mi exterior.
En lo cierto o en el error.
Con miedo o con amor.
Ya ni recuerdo cuándo fue que empezó...

jueves, 5 de junio de 2008

Eterno

Encontré este instante perdido en el tiempo.
Encontré este breve segundo.
Encontré un momento de paz en este loco mundo.
Y me quedé como si no tuviera unos terribles deseos de correr.
Me quedé como si no temiera volver a caer.
Encontré mis ojos en los tuyos, otra vez...

*Si vos Supieras...*

martes, 3 de junio de 2008

Silencio.

No hizo falta que explicara mis razones para estar ahí.
Ni que expusiera mis motivos con detalle como
en una galería de arte.
Es más, creo que no hizo falta que pronuncie palabra alguna.
Me recosté muy lentamente y me fui acomodando en el hueco.
Encontrando más espacio y más calor.
De repente, el aire se hizo más ligero y la noche nos atrapó.
Pero me quedé despierta...
Buscando excusas quizás.
Buscando algún tonto motivo para salir corriendo de aquel rincón.
Pero no encontré ninguno.
Así que, me quedé esperando, alerta, agazapada sobre el acolchado,
envuelta en su perfume observando la oscuridad.
Sintiéndome más segura y más frágil a la vez.

Más fuerte, pero tan vulnerable también.
Silencio. No hay un sólo sonido en la casa.
Afuera no pasan autos.
No llueve, ni sopla el viento.
Sólo silencio.
Y me voy sumergiendo en la paz de la cercanía.
En la profundidad de su respiración.
Sin preguntar cómo, por qué, ni hasta cuándo.
Sólo pensando... sintiendo, que ese es el momento que tanto
había buscado. Un momento que me brinda algo inesperado.
Una especie de tranquilidad y armonía, que sola por mi cuenta
yo jamás encontraría.
Me hundo sobre su pecho.
Me envuelve con sus brazos y su hombría.
¿Qué más puedo pedir?
Mañana será otro día.


*Sos mi Puerto Escondido*