martes, 24 de junio de 2008

Ejemplo tonto

Aquella mañana me desperté bien temprano. Estaba ansioso y nervioso por demás. Fui al baño, me vestí, tomé una galleta del frasco de la cocina y salí al trote hacia la calle a las 7.30 de la mañana de ese viernes. Sabía que las próximas 4 hs. serían decisivas para el resto de mi vida.
Llegué casi a las 8 al predio señalado por el Director Técnico. Me ajusté los botines, me calcé la pechera y comencé a entrar en calor. Éramos 30 chicos de entre 16 y 18 años de edad. Todos cargados de ilusiones y ambición. Yo era el más pequeño en el grupo y mi 1.70 de altura me dejaba por debajo de la mayoría de ellos. Cuando el señor Anderson ingresó con su equipo técnico al campo de juego, se produjo un silencio ensordecedor. El respeto era notable. Éstos sujetos decidirían en una brevedad de 3 hs. que sólo 5 de nosotros entrenarían con el equipo de Primera División de Liverpool FC. Nos dividieron en tres grupos y nos dieron las indicaciones. Mi meta era vestir la camiseta número 10. Al cabo de un par de horas, el Sr. Anderson empezó a acercarse a varios de los chicos. Cuando se dirigió a mí, me dijo:
-Tom, verdad?
-Si, señor.
-Tienes muy buena técnica, buen pique corto y llegada al arco, serías un buen 7.
-Toda mi vida he jugado de 10, cree que tengo futuro en esa posición?
-Todo puede ser con trabajo y esfuerzo. Pero te falta visión de juego para ser enganche y precisión en tus pases. Además, desaprovecharías tu velocidad con control del balón. Si te interesa jugar por las bandas, estás en el equipo.
No era exactamente lo que esperaba escuchar, pero acepté. Con trabajo, lograría mi puesto.
Comencé a entrenar con los de Primera el lunes siguiente, me hervía la sangre y el corazón se me salía del pecho. Después de unas semanas le pregunté nuevamente al Sr. Anderson si podría jugar de enganche.
-Entiendo por qué buscas ese puesto Tom, pero esa posición no funciona con nuestro sistema de juego. Si te interesa permanecer aquí, seguirás de 7.
¿Cómo podía formar un sistema sin enganche? No lo entendía, pero sabía que yo tenía la técnica necesaria para ese puesto. Pero primero debía ser titular.
-El jugador en tu puesto es el goleador del equipo, pero se retirará al finalizar el torneo. Si te adaptas al sistema, el puesto es tuyo.
-¿Adaptarme al sistema? ¿No me dijo que jugaba bien?
- Si, claro. Pero eso no alcanza para formar parte de un equipo. Y esto es un equipo, un ida y vuelta. Juego colectivo. Me gusta tu estilo, pero te falta actitud. Tenés la técnica, pero debés saber usarla. Conocerla, manejarla A FAVOR del equipo, no en contra.
No entendí en ese momento lo que intentaba decirme. Quería que cambie mi estilo de juego? Él supo cuando me reclutó hace 4 meses cómo juego, ahora pretende decirme que invente otra cosa? A las dos semanas, como si huviera leido mis pensamientos, me dijo:
-No pretendo que cambies tu juego Tom, si no, que lo adaptes. Que pulas tus virtudes. Que congenies con tus compañeros. No es cambiar, es crecer. Yo veo que encajás en el sistema de este equipo, de otra manera no estarías aquí. Pero ahora debes darte cuenta, de que tienes que fusionarte con este juego, si no, el juego no se fusionará contigo. Tienes todas las herramientas para lograrlo, lo sé, ¿pero qué harás al respecto?
En los siguientes 2 meses, alterné entre la titularidad y la suplencia, y cada vez que me dejaba en el banco, el Sr. Anderson me decía "No estás dando lo mejor de tí".
Me enfurecía con él y conmigo mismo. Sin poder descubrir cómo lograr mi objetivo. Él tenía razón, no me estaba conectando con el equipo y en cada oportunidad que él me brindaba, yo cometía el mismo error, de alguna manera, NO ME CONECTABA. Y el juego mismo, me pedía salir del equipo.
Me costó decenas de partidos comprender sus palabras sobre lo que pretendía de mí y lo que yo era capaz de dar. No tenía que inventar nada, sólo explotar lo que yo ya era y sabía hacer.
Hoy mantengo mi técnica, pero mejorada. Conservo mi pique corto y profundo, pero he pulido mi calidad de pase y agigantado mi visión de juego.
Supe adaptarme al sistema y el equipo me dio otra oportunidad.
Hoy, 5 años después de aquella mañana de viernes, soy el goleador del equipo puntero en la Liga. Corro por las bandas, con el 10 estallándo en mi pecho...
El Sr. Anderson tenía razón, no se trataba de cambiar mis objetivos, ni mi juego, ni a mí mismo. Era sólo cuestión de crecer, de la única manera que se puede, Juntos.

(Vos entendés...)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre, siempre, cualquiera sea el sistema, en el ambito que mas te guste como ejemplo, uno se adapta o muere. Muchas veces la gente pienza que adaptarse es traicionar sus valores, cuando en realidad esos valores o virtudes son adaptaciones de otro sistema.