Encontrarle la punta inicial es casi imposible.
Descubrir cuál fue la vuelta inicial es un disparate.
No sirve buscarle el sentido porque prácticamente carece de él.
Empieza y termina. Se arma y se desarma.
Es una maravilla inacavable.
Que agota. Seduce y aterra a la vez.
Te atrae, te empuja, te absorve.
Como la gravedad.
Inevitable, inexorable. Impecable.
Intento llamarlo a gritos, pero no me escucha.
Quiero encontrarlo en algún rincón del mundo, pero se camufla.
Y me sorprende. Me anula, me presiona.
Como la gravedad.
Me obliga a descender.
Me invita a creer. A inventar, a sentir, a querer.
Se apodera de mi gravedad.
De mi centro y mi exterior.
En lo cierto o en el error.
Con miedo o con amor.
Ya ni recuerdo cuándo fue que empezó...
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